lunes, 6 de julio de 2009

... Todo sigue bien...


Ayer desempeñé mis labores como funcionario de casilla en las elecciones. Algo me duele, algo me molesta, por algo quise llorar al momento de contar los votos y cada vez que pienso en ello me viene un sentimiento que hace que las lágrimas se me salgan... pero todo está bien.

Legal y burocráticamente hablando no tengo nada que reclamar, nada que denunciar, nada por lo cual estar inconforme porque en general casi todo se hizo con apego a la ley... pero estoy inconforme e indignado.

Quisiera que todo fuera diferente... pero todo está bien. Y este bienestar, esta calma, este silencio, esta quietud, las siento muy profundo, ya no sé por qué... porque en general todo está bien. Así que me lo pregunto y escribo lo que viví ayer, a ver si alguien me puede decir qué me pasa o si sólo soy un histérico con problemas para existir.

Primero me enteré que en otro estado diferente al mío, los funcionarios iban a recibir muchísimo más dinero por esa labor que yo. Se me dijo que se me pagarían 200 pesos, y aunque desde el principio se me hizo más bien una burla, yo acepté el cargo. Ahora creo que el Instituto Federal Electoral del Distrito Federal (IEDF) se robó algo de dinero. Pero no tengo manera de comprobar esta aseveración, por la cual puedo ir a la cárcel... así que todo sigue bien.

A pesar de que nadie nos capacitó para instalar las casillas, sin instructivo, siguiendo más o menos la intuición, y con algunas recomendaciones de las típicas personas que nada más se quedan mirando y dicen “así no”, pudimos armar la casilla. El lugar era incómodo y muy reducido, no cabíamos ni las casillas, ni los funcionarios, ni los representantes de los partidos. Con todo el ambiente tenso una funcionaria del IFE nos gritó y trató de una manera humillante, los ciudadanos nos reclamaron nuestra clara incompetencia, pero aun así logramos acomodar cuatro casillas en el patio de una casa pequeña tan sólo media hora más tarde de la hora estipulada... así que todo sigue bien.

Durante la elección la presidenta de mi casilla cometió por lo menos tres pequeñísimos y mínimos delitos electorales en apoyo y solidaridad con personas de la tercera edad. Sin embargo a mí se me ocurrió abrir la boca para aclarar que eso estaba mal, pero ella me dijo que me callara, que me calmara, que como presidenta de casilla podía hacer eso y que no dijera nada porque nos iba ir mal a todos. Así que me callé y aguanté sus críticas constantes hacia mi manera de hacer y decir las cosas, las cuales, aunadas a mi hambre y desmañanada, sólo me provocaron una ligera depresión emocional que nada tiene que ver con las leyes electorales, las cuales sólo fueron violadas como tres veces por una causa buena (para ayudar a personas de la tercera edad)... así que todo sigue bien.

La mujer gritona del IFE regresó a gritar y pelearse con una de los representantes de los partidos, haciendo un escándalo mayúsculo y amenazando con impugnar la casilla porque la representante estaba sentada en un bocho afuera de la casilla porque no cabíamos todos adentro. Pero fuera de algunos sustos no causó mayor problema... así que todo sigue bien.

A la hora de contar los votos la presidenta anuló por lo menos tres votos que no eran nulos según la ley electoral, por su puesto que volví a abrir mi bocota y eso me costó que la dictadora (perdón... presidenta) de mi casilla me dijera que ella era la que decidía y que ya la tenía harta con mis reclamos, que sólo estorbaba en la elección y que si no estaba de acuerdo me iba a tener que sacar. Debido a que todos estaban a favor de ella (incluidos los representantes de los partidos), decidí cerrar mi boca y tragarme mis ganas de llorar. Eso es la democracia, la mayoría decide y eso fue lo que se respetó: una imposición fuera de la ley a la cual todo mundo estuvo de acuerdo... en resumidas cuentas todo sigue bien.

La casilla se cerró como a eso de las ocho treinta, la capacitadora del IEDF al fin apareció y nos felicitó porque fuimos muy eficientes y nos dijo que hicimos un buen equipo. En las actas de incidentes sólo quedó registrado que abrimos media hora tarde, que una funcionaria del IFE llegó a hacer escándalo y que dos votos aparecieron en la urna equivocada. Un representante de partido me dijo que lo hice bien y que ya no hiciera corajes, la presidenta se disculpó conmigo al final argumentando que un pariente cercano murió y estaba un poco alterada, yo me fui a mi casa y luego a un asunto de un trabajo por el cual no me van a pagar, pero que acepté porque me gusta... así que todo sigue bien.

Ahora, tengo mis 200 pesos en la bolsa para pagar mis pasajes de la semana (trabajo mucho, y gano casi nada). Tengo mi pulgar derecho entintado. La elección la hicimos todos y pasó sin incidentes. Tengo ganas de llorar, creo que es una especie de “cruda emocional”, y, como toda buena cruda, luego se pasa. El hecho de escribir esto y que mañana tengo trabajo me hace algo feliz, pero todavía me siento triste ¿por qué?

Por favor... alguien responda... me siento como un marciano hablando de cosas que a pocos les importan... o por favor díganme si de verdad no es importante para dejar de preocuparme... Quiero dialogar con cualquier comentario.

ulises.vzqz@gmail.com
trotacosmos@hotmail.com

2 comentarios:

kaguama dijo...

hey chiko take it easy, yo si te he leído ,en el pasado no sabía que decirte . Pero ahora me preocupas tu y no esa mugre de problemas que sabemos existen , algunos lo escriben, algunos los ignoran,algunos sólo lo leemos. pero quiero decirte que no eres un marciano ,los que te leemos sabemos de lo que estas hablando , talvez nos entragedia menos ya que no nos tocó afortunada o desafortunadamente estar ahí. Te mando un abrazo desde éstas húmedas tierras ... y sigue escribiendo cuanta idea y sentimiento tengas ,no lo dejes atorado eso si es asfixiante

Unknown dijo...

Uli:

Lamento mucho que la experiencia con el IEDF fuera tan traumática, espero que la tristeza se te pase pronto y que te sea de ayuda el reintegrarte a tus actividades normales.

Cuando participamos en eventos como parte de un equipo de trabajo, estamos sujetos a desacuerdos, abusos, intimidaciones, autoritarismos, etc.

El reto ahora es superar lo más rápido posible la etapa de la frustración, deseo de venganza, tristeza, y demás sentimientos para pasar a una etapa de reflexión con la mente más clara y no dejar que esta experiencia influya en tu vida cotidiana. Trata de encontrar algo positivo y recuérdalo cuando hables del tema, deja a un lado los tragos amargos.

Los efectos de la cruda también se minimizan si recordamos cosas agradables que sucedieron durante la borrachera

Te mando una abrazo con mucho cariño...